¡Qué desilusión! Carlos Alsina, el director de La Brújula de Onda Cero, dio la noticia: Einstein y su Teoría de la Relatividad han caído del pedestal de la ciencia como un castillo de naipes. El viernes unos científicos del CERN nos dejaron huérfanos. Lanzaron un haz de neutrinos desde Ginebra a L’Aquila – la ciudad arrasada por un terremoto y que sigue hecha añicos por voluntad de Berlusconi– y consiguieron que fueran más rápido que la luz. Los neutrinos derrotaron a los fotones por 60 nanosegundos. La derrota fotónica haría posible viajar al pasado.
Pensábamos que Einstein tenía razón desde 1905. Ahora puede que nos engañara. ¡También Einstein!, ¡quién lo iba a decir! Lo que no queda claro, después del experimento, es cómo nos convertimos en neutrinos, nos metemos en algún cacharro y viajamos hacia el pasado. Y lo más importante, la principal pregunta: una vez allí, en el pasado, ¿podremos cambiarlo? Aunque no se lo crean, esto no lo han discernido los científicos del principal centro de investigación de Europa.
A pesar de que todavía quedan muchas dudas, el teléfono del CERN no ha parado de sonar. Banqueros, empresarios, políticos y otros, se han interesado en conocer las posibilidades reales de viajar al pasado, y además –eso es lo importante– cambiarlo. Stephen Hawking ha enfriado expectativas. Con contundencia ha dicho que «todavía es pronto» para sacar conclusiones. O sea, que todavía queda un largo trecho –y a velocidad de neutrino– para hacer realidad la máquina de Fluzo que ideó Michel J Fox y su inseparable Doc en «Regreso al Futuro». O sea, de momento de viajar nada de nada. Y todavía, a falta de comprobaciones, puede que Einstein tenga razón.
Pensábamos que Einstein tenía razón desde 1905. Ahora puede que nos engañara. ¡También Einstein!, ¡quién lo iba a decir! Lo que no queda claro, después del experimento, es cómo nos convertimos en neutrinos, nos metemos en algún cacharro y viajamos hacia el pasado. Y lo más importante, la principal pregunta: una vez allí, en el pasado, ¿podremos cambiarlo? Aunque no se lo crean, esto no lo han discernido los científicos del principal centro de investigación de Europa.
A pesar de que todavía quedan muchas dudas, el teléfono del CERN no ha parado de sonar. Banqueros, empresarios, políticos y otros, se han interesado en conocer las posibilidades reales de viajar al pasado, y además –eso es lo importante– cambiarlo. Stephen Hawking ha enfriado expectativas. Con contundencia ha dicho que «todavía es pronto» para sacar conclusiones. O sea, que todavía queda un largo trecho –y a velocidad de neutrino– para hacer realidad la máquina de Fluzo que ideó Michel J Fox y su inseparable Doc en «Regreso al Futuro». O sea, de momento de viajar nada de nada. Y todavía, a falta de comprobaciones, puede que Einstein tenga razón.
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